Esta colaboración se propone expandir la idea del salón de clases por medio de prácticas educativas desarrolladas en espacios comunitarios, en las cuales el camino es entendido como una escuela-territorio inscrita en un entorno lastimado por problemáticas medioambientales y sociales. «El camino es el aula» promueve el aprendizaje sensorial: sensible del territorio, de su memoria y de quienes lo habitan. Su búsqueda es educativa-espacial y está impulsada por un deseo común de explorar y conocer El Bordo.

¿Quién le da el valor a los materiales? Las preguntas pedagógicas que articulan este proyecto están orientadas a la construcción de una serie de dispositivos que entrelazan arte, arquitectura y educación.

Considerados herramientas pedagógicas que detonan imaginarios colectivos, utopías y bitácoras de memoria, los dispositivos se ubicarán a lo largo del antiguo camino Real, el cual fue usado durante años para la explotación minera de El Bordo y actualmente sirve a personas que transitan entre la ciudad y el cerro.